viernes, 4 de noviembre de 2016

Recuerdos de infancia


Mi padre nació en el año mil novecientos veintinueve en un pueblo de España ubicado en la provincia de Zamora en la región de Castilla y León, tierras de los reyes Fernando VII e Isabel la Católica, del Cid Campeador y Juana la loca.
Siempre fue un padre y es un abuelo muy cariñoso, tal es así que recuerdo que, tanto a mis hermanas como a mi, nos encantaba escuchar sus historias de infancia y las fabulas que le enseñaban cuando era “pequeñajo”.
Generalmente comenzada diciendo “Cuando era yo un pequeñajo”... era una delicia escucharlo porque por medio de ese relato volaba nuestra imaginación y vivíamos esos momentos de su infancia como si fuéramos espectadores de ello.
En estos momentos fluye de mi memoria una de esas tantas charlas diciendo: “En mi pueblo, Morales, había dos escuelas, una para las niñas y otra para los niños.
Yo tenía un maestro llamado Don Eusebio que nos enseñaba matemáticas, poesías, dictados, historia y música, pero además nos contaba fabulas muy bonitas, como por ejemplo una que se trata de un zorro y una cigüeña que eran muy amigos, un día el zorro invita a la cigüeña a comer a su casa y por supuesto la cigüeña se puso muy feliz por la invitación que su amigo le había hecho. Cuando llega a la casa del zorro, este sirve una sopa deliciosa en unos decorados platos playos, por lo cual la cigüeña no pudo tan siquiera probar un poco de dicha delicia y se fue a su casa hambrienta y muy apenada.
Luego de unos días, la cigüeña fue la que invito al zorro a comer a su casa y el zorro quedo encantado. Cuando llega a la casa de la cigüeña, esta sirve una exquisitez en floreros de cristal redondos y con un cuello largo y angosto. El zorro no pudo comer ni un bocado porque su hocico era demasiado ancho para entrar por la abertura del florero, y se se a su casa muy hambriento, apenado y arrepentido de haber sido el primero que actuó mal. Esto tiene una moraleja y es : NO HAGAS A OTRO LO QUE NO QUIERES QUE TE HAGAN A TI. ¿han entendido la moraleja?”
Otras veces nos repetía una poesía que recuerdo que dice así:

“Alto al tren...
¡¡¡parar no puede!!!!”
 ¿Y ese tren a donde va?
¡¡¡Por el mundo caminando en busca de un ideal!!!
 ¿y cómo se llama?
¡¡¡Progreso!!!
 ¿y quién va en él?
¡¡¡La Humanidad!!!
¿y quién lo dirige?
¡¡¡DIOS mismo!!!
¿y cuándo parará?
¡¡¡Jamás!!!


Asi fue mi infancia, escuchando fabulas con moraleja, que cuando fui mayor entendí que eran las famosas fabulas de Samaniego, Esopo y la Fontaine, y poesías de Manuel de la Revilla, rodeada de enseñanzas, de amor y felicidad.

                                                                  Maria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario