Llegar a
Bariloche por el serpenteante camino entre las montañas es un atractivo paisaje
que al viajero lo deja pleno de satisfacción. Una ciudad de montaña a orillas
del lago que con los sucesivos viajes que e emprendido en los últimos veinte
años de manera periòdica, me ha permitido ver su crecimiento tanto cultural
como edilicio.
El realizar excursiones
dentro de la ciudad y sus alrededores a uno lo gratifica por los paisajes que
va descubriendo y al salir e internarse en las zonas de bosque o de los cerros
cuando se tropieza con algún arroyo uno siente la necesidad de detenerse y
escuchar el sonido del agua que corre y que produce una sensación de paz y
tranquilidad que no es común poder compararla con otros momentos de
descanso.
Una mateada bajo los àrboles
o un asadito en algunos de los recreos que hay en esos lugares jamàs se pueden
olvidar, la charla con familiares y amigos se hace grata y muy amena.
No es necesario hacer muchos kilómetros
para encontrarse con estos lugares y eso es lo que mas atrae al turista que lo
visita ya que tiene todo prácticamente al alcance de la mano.
Tanto me ha gustado Bariloche que me
conquistò y hace cuatro años que vivo en la ciudad y puedo decir sin equivocarme
que no extraño mi ciudad natal donde vivì hasta venirme y si vuelvo será a
visitarla.
Mis paseos mañaneros por la rambla costera son unos de mis
entretenimientos favoritos y luego un cafecito para esperar el almuerzo.
Osvaldo
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