martes, 24 de mayo de 2016

Vivencias

Llegar a Bariloche por el serpenteante camino entre las montañas es un atractivo paisaje que al viajero lo deja pleno de satisfacción. Una ciudad de montaña a orillas del lago que con los sucesivos viajes que e emprendido en los últimos veinte años de manera periòdica, me ha permitido ver su crecimiento tanto cultural como edilicio.                                                                
 El realizar excursiones dentro de la ciudad y sus alrededores a uno lo gratifica por los paisajes que va descubriendo y al salir e internarse en las zonas de bosque o de los cerros cuando se tropieza con algún arroyo uno siente la necesidad de detenerse y escuchar el sonido del agua que corre y que produce una sensación de paz y tranquilidad que no es común poder compararla con otros momentos de descanso.                                                                                  
 Una mateada bajo los àrboles o un asadito en algunos de los recreos que hay en esos lugares jamàs se pueden olvidar, la charla con familiares y amigos se hace grata y muy amena.            
No es necesario hacer muchos kilómetros para encontrarse con estos lugares y eso es lo que mas atrae al turista que lo visita ya que tiene todo prácticamente al alcance de la mano.        
Tanto me ha gustado Bariloche que me conquistò y hace cuatro años que vivo en la ciudad y puedo decir sin equivocarme que no extraño mi ciudad natal donde vivì hasta venirme y si vuelvo será a visitarla.                                                                                                                             
Mis paseos mañaneros por la rambla costera son unos de mis entretenimientos favoritos y luego un cafecito para esperar el almuerzo.     

                                                   Osvaldo

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