Después de esperar
cuatro años, recorriendo profesionales y un sin fin de análisis y
estudios,
hace exactamente
veintisiete años y siete meses, la varita mágica de la vida me
toco.
Ese maravilloso día,
me entero que el fruto del amor comenzaba a crecer dentro de mi.
A partir de ese
momento, diversos sentimientos se apoderaron de mi.
Surgió la alegría,
por cumplirse un sueño tan anhelado, la tristeza, porque uno de los
seres mas queridos ya no estaba a mi lado para compartirlo, el ansia,
de saber como seria, si nene o nena, etc.
Me compre una
carpeta y hojas, y a partir de ese momento comencé a volcar en ellas
todos los estudios como electros, vacunas, ecografías. El objetivo
era que algún día , ese ser que estaba creciendo dentro mio,
supiera lo que yo sentía y la felicidad que me embargaba.
Aun después del
nacimiento, la carpeta continuo con el primer cabellito, cada uno de
los controles al pediatra, la caida del primer dientito, etc.
Asi pasaron los
meses, rodeados de distintos momentos de felicidad y alegria,
comprando batitas, ropita, preparando el bolso para la ocasión,
comprando el moises, la cunita, preparando su habitacion.
Habia trabajado
hasta el nueve de junio, y el once, por ser domingo y por formar
parte de una hermosa familia mezcla de españoles e italianos, nos
reunimos a almorzar en casa de mi padre. Luego de la sobremesa
llevamos, con mi esposo, a una de mis hermanas a su casa y cuando
llegamos aparecieron los primeros sintomas de que alguien queria
hacerse conocer.
A las siete y diez
de la tarde se asoma una hermosa niña. Cuando me la dan, envuelta en
una azalea, vi una carita blanquita igual a mi madre y luego unos
ojitos negros que me miraban fijamente que conmociono todo mi ser y
me lleno de amor y agradecimiento eterno por ese momento vivido.
Así fue el
nacimiento de mi hija Romina.
Maria del Carmen - Mayo 2016
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